De San Pedro al mundo: la historia de un joven que cultiva futuro

De San Pedro al mundo: la historia de un joven que cultiva futuro

Comparte esta noticia en:

A los 16 años, Pablo Montoya ya tenía una idea clara: acercar al productor local a la mesa de los sampedrinos. Hoy, con apenas 21, su proyecto ha crecido en más de un sentido. Desde una chacra familiar hasta una carnicería propia, desde un vivero forestal hasta la exportación de yerba orgánica, su historia demuestra que cuando hay visión, compromiso y comunidad, los sueños toman forma.

«Empecé como vivero forestal cuando tenía 16 o 17 años. Estando en el campo, arrancamos tanto vendiendo plantines de yerba mate como carne», cuenta Pablo en una entrevista exclusiva con http://www.sanpedroonline.com.ar. Esa experiencia fue la semilla de un emprendimiento con raíces profundas en San Pedro: Carnicería y Granja Don Montoya.

«La idea desde el comienzo siempre fue acercar al productor a las mesas de los sampedrinos, y mostrar que la producción de San Pedro también es buena, rica. Quería derribar el mito de la carne dura, sin sabor», dice. Y agrega, con una sonrisa, «con mi viejo, que es mi mano derecha, siempre decíamos: ‘¿Y si abrimos una carnicería?’».

Ese sueño tomó forma el 21 de diciembre de 2023, aunque la planificación venía de mucho antes. “Fueron nueve o diez meses de construir el lugar, conseguir maquinaria, herramientas… Fue un proceso hermoso, aunque tedioso. La satisfacción de estar creando algo propio es inmensa”.

Más allá del mostrador, Pablo también escucha a su clientela. Así surgió la idea de crear un grupo de WhatsApp para compartir ofertas y promociones. “Una cliente me sugirió hacerlo. Al principio fui escéptico, no quería estar todo el día con el teléfono. Pero después varios clientes me pidieron lo mismo y entendí que tenía que prestar atención. Hoy somos casi 500 personas en el grupo. ¡Y en cinco días ya había 300!», cuenta.

Su enfoque innovador no se queda ahí. Desde chico, supo aprovechar las redes sociales como herramienta de conexión. «En el boom del Marketplace empecé a publicar en todos los grupos para llegar a más gente», recuerda. Fue así como, de manera inesperada, lo contactaron desde la empresa Green Dot de Estados Unidos para un proyecto con la comunidad mbya guaraní de Paraíso.

“Tenía 16 años. Me ofrecieron 50 dólares por ir a ver un lugar que ni conocía. Me temblaban las piernas para contarle a mi familia. Pensé que no me iban a creer. Pero mi viejo me felicitó y me acompañó”, relata.

Ese primer proyecto consistía en construir un vivero de plantas nativas para reforestar parques y comunidades. Luego, la relación con esa empresa se consolidó y Pablo fue convocado para colaborar en la coordinación de productores de yerba mate orgánica, un desafío que lo llevó a estudiar Ingeniería Agronómica durante dos años en Eldorado.

Aunque no culminó la carrera, lo aprendido lo volcó a su realidad local. “Cuando volví a San Pedro, dije: yo quiero poner en valor lo que sé. Me volví a conectar con esa empresa que ya estaba exportando yerba a Estados Unidos. Me propusieron trabajar en la coordinación de entregas, certificaciones y todo el proceso”, explica.

Con entusiasmo y mirada crítica, Pablo detecta lo que falta: organización entre los productores. “En Andresito vi algo que me encantó: gente que estudió ingeniería volvió a su pueblo y se organizó en comunidad para ayudar a otros productores. ¿Por qué eso no pasa en San Pedro? Necesitamos juntarnos, entre todos es más fácil”.

Ese espíritu colaborativo lo llevó a articular con organismos como el Ministerio de Ecología, INTA y SENASA. Sin embargo, no todo fue fácil. “Una vez un técnico me dijo: ‘Hace 12 años que trabajamos para que un productor logre la certificación orgánica. Y cuando termina, le decimos: ‘Te felicito, pero no tenemos dónde vender eso’”. Esa fue su motivación para convertirse en un eslabón clave entre el productor y el mercado.

Hoy, Pablo sigue apostando a su tierra, su gente y su historia. «La mayor satisfacción es ver a los clientes irse contentos. Saber que se llevan un producto bueno, limpio, accesible. Eso es todo», concluye.

Comparte esta noticia en: