¿QUIÉN ES JAVIER MILEI?

¿QUIÉN ES JAVIER MILEI?

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Javier Milei presentó así: “Soy Javier Milei, economista, liberal libertario, especialista en temas de crecimiento económico, con y sin dinero. Por lo tanto, sé cómo hacer crecer una economía, sé como crear puestos de trabajo de calidad, de remuneraciones, sé como terminar con la pobreza, la indigencia, y sobre todas las cosas, se cómo terminar de una vez por todas con el cáncer de la hiperinflación”.

Lo veía el país y tenía apenas un minuto, el tiempo estipulado para ese momento en el último debate televisado, en el que se enfrentó a su rival Sergio Massa, con el que definía en la segunda vuelta electoral cuál de los dos será el nuevo Presidente de la Nación.

Como todas, su vida fue y es más compleja. No alcanza un minuto de relato oral para describirla. Ni siquiera este texto. Ni muchos más. ¿Quién es el candidato que sorprendió al resto de la política llegando al balotaje sin experiencia previa y haciendo proselitismo disruptivo?

Javier Gerardo Milei nació el 22 de octubre de 1970 en Buenos Aires. Es un superviviente de una familia de clase media, según se definió a sí mismo. Vivió una adolescencia traumática y muchos años más de dramas familiares, también. Su padre, el empresario del rubro del transporte Norberto Milei, solía castigarlo con golpes físicos cuando era chico. Y de adulto lo laceraba con palabras muy hirientes. La mamá de Milei se llama Alicia Luján Lucich. Dejó de ver a sus padres. En la pandemia los perdonó.

Nunca antes un dirigente político sin partido como soporte llegó, en su primera elección, al cargo de diputado nacional. Fue en el 2021. Más extraordinarios aún fueron sus segundos comicios. Éstos, con partido nuevo, La Libertad Avanza (LLA), tiene chances concretas de ser electo titular del Ejecutivo.

Llegó a la política de grande. Nunca militó en la universidad, por ejemplo. Y pasó buena parte de su vida en los claustros académicos.

Fanático del fútbol, entrenó como arquero y llegó a jugar en la reserva de Chacarita Juniors. “Lo que te quiero decir es ésto: trabajo mucho mejor bajo presión. Jugaba al fútbol de arquero, con una hinchada puteándome detrás mío. Yo me preocuparía más si estuviera en una campaña tranquila. Y ésta, por suerte, no lo es”, dice cuando lo consultan.

Milei es un excéntrico. Llegó a la política luego de años de ser un economista “mediático”, y también, por qué no, una especie de celebridad de la televisión. Sus primeras apariciones fueron en emisiones de actualidad clásicas. Por su carisma, su pelo despeinado y su vehemencia, pronto fue un invitado habitual de programas dedicados a temáticas diversas. Su look siempre llamó la atención. En sus años de facultad era el único que vestía chaleco de traje.

En tevé habló de sexo, de espiritualidad, de su estudio del judaísmo, peleó con vedetes mientras sus colegas parlamentaban en el Congreso. También mediatizó el amor por sus perros, pero sobre todo por uno: Conan, un mastín inglés que lo acompañó en el peor momento de su vida. Fue cuando se quedó sin trabajo. Sin plata, comia solo pizzas para que Conan pudiera alimentarse mejor. Su pasión por sus perros generó polémica en la campaña. Él mismo admitió que, tras la muerte de Conan, decidió usar su ADN para clonarlo. Hoy tiene otros cinco mastines más. Jura que habla con ellos.

Trabajó en un banco, una consultora de economía y entró al holding de Eduardo Eurnekian, su gran benefactor. En esos tiempos conoció a economistas como Leonardo Madcur y Guillermo Nielsen. El tiempo hizo que ambos militen con Sergio Massa. También a Guillermo Michel. Paradojas. O no.

En el 2004 se transformó en el principal divulgador de la llamada “Escuela austríaca” de la Economía. Está convencido de que el Estado es el gran problema del país. Propuso achicarlo. Usó una motosierra en campaña para ilustrar el concepto.

Milei armó su partido político como pudo, quiso o supo. Los candidatos a puestos provinciales y municipales fueron un rejunte caótico. “No puedo ocuparme de todo”, se excusaba él. El 7 de agosto del 2021 dio su primer discurso público. Fue en la Plaza Holanda. Dijo entonces lo mismo que en esta campaña: se debe eliminar el Banco Central, dolarizar la economía, y criticó al resto de la dirigencia a la que llamó “la casta”, ya entonces habló de periodistas corruptos que nunca identificó.

En las PASO logró que sus propuestas sean el eje central del debate público. En su libro “El Loco”, Juan González es crítico de su modo de hacer política, su estabilidad emocional y su pasión casi mística con sus perros. Milei fue el candidato único más votado en las PASO. Eso lo enfervorizó. Se hace llamar El León.

Usó las redes sociales como ningún otro candidato y captó el voto joven. Terminó peleado con la Iglesia. Su candidata a vice, Victoria Villarroel, minimiza no de modo solapado el accionar de la dictadura militar que empezó en 1976. Sus voceros y dirigentes propusieron proyectos insólitos e impracticables. Él dejó hacer. Incluso anunció que Argentina dejaría de comerciar con Brasil y China.

Quedó azorado cuando Massa le ganó en las generales. Escribió su discurso de derrota en el Hotel Libertador, del que nunca más se movió. Sigue allí. Sorprendió en medio de la campaña anunciando su noviazgo con la actriz e imitadora Fátima Florez.

Demostró ser un pragmático. Dos días después de las elecciones en las que cayó derrotado se reunió a solas con Mauricio Macri y su ex rival Patricia Bullrich y acordaron que el PRO lo apoyaría en el balotaje. Había sido hiriente con ella, a la que llamó “montonera asesina”. Todo perdonado. El frente Juntos por el Cambio se fracturó. Milei habia pasado meses dilapidando al radical Raúl Alfonsín. Elisa Carrió jamás aceptó sus propuestas, a las que considera contrarias al respeto por los Derechos Humanos. Su alianza con Macri lo cambió. Macri lo instó a filmar un spot en el que Milei asegura que no quiere que se libere la venta de armas, o de órganos para trasplante. Son planes que figuran en su plataforma de gobierno. Sus referentes a nivel mundial son Jair Bolsonaro y Donald Trump. Copió sus modos más reprochables. Como el maltratar a un sector de la prensa, elevar la voz frente a disidentes o anunciar un “fraude colosal” antes del balotaje.

Por: Cristián Milciades (Economis)

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