El sonido de las marimbas, desconocido en estas latitudes, hizo emocionar a intérpretes y espectadores, unidos por el palpitar de la música, un idioma universal que no conoce fronteras. Las marimbas misioneras de la St. Stithians Boys Marimba Bands, sin querer, se robaron la atención de la novena edición del Iguazú & Concierto, que nuevamente reunió a 700 niños y adolescentes de diversas partes del mundo para, juntos, tocar las mejores canciones de la mezcla de culturas. ¿Por qué misioneras? Las originales, las sudafricanas, se quedaron insólitamente retenidas en la Aduana argentina, cuya burocracia no entiende de arte ni cultura. Las que sonaron sobre el escenario fueron hechas en Iguazú, con madera dura misionera y en tiempo récord: 20 en diez días, cuando el promedio de fabricación es de dos meses. Un carpintero misionero es ahora especialista en marimbas (es un instrumento de percusión idiófono, de forma parecida al xilófono).
“Esta fue una experiencia inédita en la región. Se trata de un instrumento que nunca se ha hecho en el país”, señaló Liliana De La Pica, productora general del espectáculo.
Sin más herramientas que un plano sudafricano y mucha voluntad misionera, en una semana, un grupo de valientes artesanos, guiados por el apoyo técnico del maestro Miguel Brizuela, construyeron una veintena de este singular instrumento.
La hazaña tuvo epicentro en la carpintería iguazuense “La Aripuca”, donde, las manos y la experiencia de Daniel Dal Ri, recibieron a más de veinte voluntarios misioneros dispuestos a trabajar para que el sueño de los chicos sudafricanos no se derrumbe. Si hubiera que contar esta historia en números, el relato incluiría 278 maderas afinadas, 278 tubos sellados de diferentes tamaños, 19 soportes a medida, 38 patas extensibles, 556 tornillos y tuercas, 374 aritos de goma, 24 chicos sudafricanos, 23 padres y madres de “Grillos Sinfónicos”, 46 manos laboriosas, una carpintería en Andresito, otra en Iguazú y siete días de búsqueda de materiales y maderas. Cosas del Iguazú en Concierto.
Nuevamente una multitud presenció el cierre del show que duró una semana en la ciudad de Puerto Iguazú. Esta vez el escenario no tuvo como telón de fondos a las Cataratas, ya que el hotel Meliá –antes Sheraton- está en plena etapa de remodelaciones para convertirse en el mejor hotel de la Argentina.
Sin embargo, el escenario “prestado”, en el teatrino de ingreso al Parque Nacional Iguazú, fue una pasarela ineludible para miles de turistas que aprovecharon para quedarse a disfrutar de un espectáculo único en el mundo.
Desde temprano, a la hora de la prueba de sonido, el público comenzó a llegar para conseguir el mejor lugar del show que comenzó a las 17.45 y culminó dos horas después, ya con noche cerrada.
Fue un espectáculo que comenzó con tonada misionera, pero marcada por una historia de magos y aprendices. La magia estaba en el escenario y transformaba la siempre silenciosa selva en un bullicio multicultural.